DESARROLLO DE LA FOTOGRAFÍA MODERNA EN MÉXICO
1923 - 1940
Del pictorialismo al retrato de la autoconsciencia
Durante la primera mitad del siglo XX en México, la fotografía de vanguardia incursionó por diversos ámbitos experimentales para consolidarse como un arte con un sentido estético propio alejado de los cánones pictóricos.

Esta muestra pretende realizar un recorrido por la obra de fotógrafos cuyas experimentaciones reformularon el carácter de la fotografía moderna en México.
Del pictorialismo al materialismo fragmentario
Berlín 1923. Hugo Breme publica Das Malerische Mexiko / México Pintoresco, un foto-libro compuesto por una selección de paisajes, arquitecturas históricas y nativos cuya fenotipia resultaba emocionante a la mirada europea.
A este compendio de fotografía pintoresca y, en general, a la arraigada tendencia pictorialista, le sucedió la audaz óptica de transeúntes extranjeros como Edward Weston y Tina Modotti.
Edward Weston, Shell, 1927
Durante su estancia en México, además de los retratos y paisajes, Weston se encontró con el desnudo fragmentario y la naturaleza muerta.

Al abandonar el pictorialismo, el norteamericano experimentó con el retrato preciso de objetos aislados, consiguiendo tomas de una precisión y simplicidad completamente despojadas de artificios sentimentales.
Edward Weston, Maguey, 1926
Edward Weston, Nahui Olin, 1923
Sus propuestas estéticas lograban aislar las características esenciales de los motivos fotografiados, lo que en ocasiones permitía cambiar su significado. Tal era el resultado del alejamiento emocional que se desprendía de sus desnudos sorprendentemente casi geométricos o de sus retratos cautivantemente frios.
Edward Weston, Nude, 1936
En agosto de 1925 Tina Modotti expone junto a Weston en el Museo del Estado de Guadalajara, en una muestra elogiada por artistas como Siqueiros por su pureza.
La gran muestra presentaba fotografías que se acercaban a la abstracción en las que la representación de los objetos no era la finalidad de la fotografía, sino el medio para conseguir fines formales.



Aunque el desinterés por los efectos artísticos en la propuesta de Tina se hizo presente en sus composiciones sobre detalles arquitectónicos y objetos humildes como juguetes o flores, sus propuestas buscaban apropiarse de todas las limitaciones inherentes a la técnica fotográfica y aprovechar todas las posibilidades y características que el medio ofrece.
Tina Modotti, Campesino con pala, 1927
Tina Modotti, Hoz, canana y mazorca, 1928.
Entre sus propuestas destaca la incursión a la estética maquinista como el descubrimiento de las formas funcionales, sin intenciones artísticas, de las máquinas y los objetos manufacturados.
Tina Modotti, Vista parcial del sistema telegráfico, 1927.
Escencialismo y
minimalismo figurativo
Manuel Álvarez Bravo se presenta en 1928 a la Primera exposición de arte fotográfico nacional con fotografías de naturalezas muertas aún poco afines a la experimentación y a la abstracción.
Sin embargo, para 1929, la influencia de la nueva fotografía europea en su obra era clara: motivos abstractos, fragmentaciones, experimentos, extrañamientos, títulos formalistas y no descriptivos se materializaban en sus nuevas propuestas.
Manuel Álvarez Bravo, Ondas de papel, 1926
Manuel Álvarez Bravo, Tolteca, 1929
Durante el primer lustro de la década de los 30 Álvarez Bravo abandona la abstracción y comienza a hacer un fecundo trabajo en la calle.
Manuel Álvarez Bravo, Jícamas desnudas, 1929
Sus fotografías mostraban un México lleno de sugerencias misteriosas, muchas veces perversas, irónicas o siniestras, con tendencias críticas a una circunstancia social nada complaciente, pero que tampoco buscaba el fácil efectismo de la fotografía de denuncia y el documentalismo.
Manuel Álvarez Bravo, Los agachados, 1934
Manuel Álvarez Bravo, Obrero en huelga, asesinado, 1934
Manuel Álvarez Bravo, Sed pública, 1933
Tras el acogimiento de su obra en la exposición Souvenir du Mexique montada en París por André Bretón, Álvarez Bravo comenzó a producir fotos con una denominación de origen surrealista.
Manuel Álvarez Bravo, Parábola óptica, 1931
Manuel Álvarez Bravo, Retrato de lo eterno, 1935
Manuel Álvarez Bravo, La buena fama durmiendo, 1938
Indianización del arte
Hasta los primeros años de la tercer década del siglo XX, la óptica moderna se había enfocado en la representación de la vida urbana. Los fotógrafos, ansiosos por ilustrar la creciente modernidad del país fijaban su atención en la estridente actividad casi tan sólo posible de encontrar en la capital; en la atestada metrópoli en la que no había nacionalismo, ni mucho menos indigenismo.
El proyecto fotográfico del montaje cinemátográfico para su obra inconclusa ¡Que Viva México!, propició la creación de un retrato más complejo de la nación y de sus habitantes, y catapultó la adhesión a nuevos temas para la subsecuente nueva fotografía en México: la ciudad habitada, el indigenismo, el trabajo, la arqueología, el turismo, la documentación a través del lente de una mirada más humanizada, menos abstracta y experimental, aunque con la objetividad y la precisión que la nueva fotografía había alcanzado a desarrollar.
Stills de la película ¡Que viva México! de Sergei Eisenstein
Para la mirada atrevida y curiosa de Sergei Eisenstein la recuperación de temas desdeñados en la fotografía moderna permitió la (re)construcción de una imagen pintorésca y renovada de México: tehuanas ligeras de ropa, toreros, peones envueltos en sarapes, hacendados con chaquetas cortas y pistola al cinto, indígenas con rostros de piedra, calaveras festivas.
Retrato de la autoconsciencia
Sus composiciones reunían gente y objetos artesanales o artísticos leídos como patrimonio de un pueblo con la intención de realizar lo que él denominaba una historia social permanente sin falcedades de un mundo real y profundo que no podía ser sólo mexicano.
En 1940, el fotografo Paul Strand presenta en Nueva York su carpeta Photographs of Mexico, una cuidadosa selección de complejas referencias a la identidad multicultural y originaria de México.
Las propuestas de Strand alentaban al espectador a:
Paul Strand, Nets, 1933
Paul Strand, Woman of Alvarado, 1933
Paul Strand, Boy and basket, 1933
Paul Strand, Man, 1933
“animar lo inanimado, haciéndonos descubrir zonas escondidas de la materia que no conocía nuestra mirada, torpe como es y hecha a reposar en la superficie de los objetos”.
— José Gorostiza a propósito de Eisenstein
Paul Strand, Open door, 1932
Edward Weston, Nude Charis Wilson, 1936
— Joanhy Estefanía Chávez Martínez
Referencias:
Albiñana, Salvador, y Horacio Fernández, “La Óptica Moderna. La Fotografía En México Entre 1923 y 1940.”, en Caravelle (1988-), no. 80, 2003, pp. 63–19.

González Flores, Laura, “Sílaba, palabra, discurso. La fotografía mexicana entre la abstracción y el montaje, 1910-1950”, en Matthew Affron, Pinta la Revolución: arte moderno mexicano, 1910-1950, México, Museo del Palacio de Bellas Artes – Philadelphia Museum of Art, 2016, pp. 321-330.